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ISSN 2314-2138 (impreso) / ISSN 2314-1530 (en línea)

Debate Universitario /Vol. 8 Nº16 (Mayo 2020) 97

Notas sobre el impacto de la pandemia del covid-19 en las universidades argentinas


El COVID-19 y la investigación social1


Catalina Wainerman

Universidad de San Andrés, Argentina cwainerm@udesa.edu.ar


La pandemia que nos arrasa, sin duda será una bisagra en la historia de la humanidad y, even- tualmente, del planeta Tierra, porque no solo los humanos estamos siendo afectados, también todos los seres vivos y el medio ambiente en el que los humanos hemos hecho destrozos. Pero como la vida tiene que seguir y nosotros ayudar a que eso ocurra, me propuse aprovechar la pandemia del Coronavirus para lo que es “lo mío”, contribuir con una reflexión para avanzar en el pensamiento lógico y vincularlo a la metodología de la investigación social. ¿Para quién? Para quienes como yo tienen la pasión de convertir “los deshechos en abono”,2 lo que de manera más elegante podría traducirse en transmutar “lo profano en lo sagrado” o, de manera más complaciente, “las desgra- cias en oportunidades”.

Para hacerlo hay que desdoblarse y adoptar un distanciamiento intelectual y emocional que nos permita salirnos de nuestro papel de actoras/es sociales y adoptar, en simultáneo, el de observa- doras/es con una mirada sensibilizada por las Ciencias Sociales y por la lógica de la investigación científica.

Lo que estamos viviendo en el planeta Tierra, puede verse como una gigantesco “experimento natural”, un suceso no planeado por investigadores, como sí ocurre cuando se lleva a cabo un “experimento de laboratorio”, que es un diseño de investigación utilizado con harta frecuencia en las Ciencias Exactas, de la Naturaleza y de la Salud y mucho menos en las Ciencias Sociales. Son también diseños, en el campo de la investigación de estas últimas, la encuesta, el estudio con documentos, el estudio con datos estadísticos, los de corte histórico, y otros que describen todos los manuales de Metodología de la Investigación en Ciencias Sociales.3

La característica central del experimento de laboratorio es que es el diseño con mayor capacidad para controlar las variables “extrañas” lo que permite observar de manera muy ascética si existe o no relación entre una variable independiente y una dependiente de una hipótesis causal que se somete a prueba empírica. Veamos un ejemplo.

Como parte de un programa de investigación sobre el aprendizaje, quiero avanzar más allá del conocimiento existente hasta el momento e indagar si la presencia de ansiedad es un factor, además de los ya conocidos hasta el momento, que ejerce efectos sobre (explica) el nivel de aprendizaje. La hipótesis que formulo dice que hay una relación curvilinear entre el monto de ansiedad y el monto de aprendizaje de tal modo que, cuanto mayor y menor es el grado de ansiedad vivido por el/la estudiante, el monto de aprendizaje en términos relativos es menor y que se hace mayor cuando las/os aprendices viven niveles moderados de ansiedad.


  1. Agradezco a Celina Añaños (Universidad de Rosario), a Gabriela Benza (Universidad de Tres de Febrero) y a María Clelia Guiñazú (Unversidad de Comechingones) sus comentarios a borradores de esta nota

  2. Esa era mi vocación, me decía Carlos B., amigo sociólogo, cuando me escuchaba reflexionar sobre las disfunciones

    institucionales de la vida cotidiana en sociedad. A fuer de veraces, Carlos usaba otra palabra más olorosa y menos elegante que “deshechos”.

  3. Sólo a modo de referencia a algunas de la muchas obras de consulta, ver Babbie, Earl (2000) Fundamentos de la

    investigación social, México: Internacional Thomson Editores; Quivy, Raymond y Van Campenhoudt, Luc (1992) Manual de investigación en ciencias sociales, México: Limusa; Selltiz, Claire; Wrightsman, Lawrence y Cook, Stuart (1980) Métodos de la investigación en las relaciones sociales, Madrid: Ediciones Rialp, 9a. Edición. Hay también ediciones posteriores.


    Para someter a prueba la hipótesis, puedo plantear un diseño experimental, para lo cual creo tres grupos de niñas/os de 3er. Grado de nivel primario de educación, de un mismo curso de Lengua, de una misma escuela. Tras asignar a las/os estudiantes al azar a los grupos, les propongo realizar una tarea que consiste en detectar errores ortográficos en un texto escrito, la misma tarea para los tres grupos. A los integrantes de los tres les doy la misma tarea y el mismo tiempo para realizarla. Los tres grupos son similares en otros aspectos (constantes), la edad, el nivel de escolaridad, el entorno escolar, etcétera, pero difieren algo en la consigna a resolver (el “algo” es un estímulo dise- ñado para crear en los alumnas/os diferentes niveles de ansiedad). A los integrantes de uno de los grupos les digo que los resultados que logren en la prueba de media hora de duración influirán sobre sus calificaciones del año en curso y sobre las probabilidades de ganarse una beca para libros, cuadernos y útiles para el siguiente año, cuando cursen 4to. Grado. En el otro extremo, les digo a las/os alumnos de otro de los grupos que hagan en la misma media hora lo que alcancen de la misma consigna, sin prisa y sin consecuencias para sus calificaciones. A los del tercer grupo, les digo que en media hora respondan a la consigna y que la calificación que logren se les computará junto con la obtenida en la materia lengua que están cursando.

    Se supone que con esta consigna debo haber creado tres montos distintos de ansiedad entre las/os alumnos (tres valores de la variable independiente), máximo y mínimo en el primero y en el segundo e intermedio en el tercero. La consigna acerca de las consecuencias del logro alcanzado en la tarea operacionaliza la variable independiente “monto de ansiedad”. Transcurrida la media hora de la tarea, luego de entregar sus trabajos, mediré los resultados (nivel de aprendizaje) en términos de la cantidad y pertinencia de los errores detectados. El análisis de las calificaciones promedio obtenidos por las/os integrantes de los tres grupos me permitirá compararlos y concluir si hay diferencias significativas entre los tres, es decir, mayor nivel de aprendizaje en el grupo con un nivel intermedio de ansiedad, y menor entre los de los grupos de más alto y más bajo niveles de ansiedad, en la dirección de la hipótesis. Si sí, por el momento podría concluir que he corroborado la hipótesis que sometí a prueba. Como se trata de una situación, una prueba, en una escuela determinada, de una ciudad y país determinado, con alumnos de un cierto nivel de enseñanza formal, etcétera, etcétera, para asegurarme de la validez de mis conclusiones, yo misma con mi equipo u otros investigadores tendremos que reiterar el experimento para constatar si los resul- tados confluyen o no en la misma dirección. Es la manera de indagar la “validez externa” de los resultados. La “validez interna” está asegurada por el control de las otras variables por fuera de la independiente que podrían estar actuando en el curso del experimento. Por ejemplo, si en el grupo de monto de ansiedad intermedio hubiera una cantidad mayor que en los otros dos grupos de alumnas/os con mayor destreza en lectoescritura, o si en el grupo de nivel alto de ansiedad hubiera proporcionalmente más integrantes rebeldes, o más con temor al fracaso, no podríamos atribuir de manera válida a la ansiedad los efectos sobre el aprendizaje porque estaría contaminada con los efectos de otras variables también seguramente correlacionadas con el aprendizaje. Si la distribución en los tres grupos no se hubiera hecho al azar sino que se hubiera permitido que niñas y niños se agruparan por las suyas formando grupos sesgados por alguna variable posiblemente asociada con el aprendizaje, estaríamos ante un diseño de investigación que abriría la puerta a la espureidad de los resultados.

    Se supone que quienes integran los/as alumnos/as de los tres grupos, asignados al azar, son similares (quasi clones) en términos de su edad, nivel de conocimientos, orientación pedagógica (misma escuela), nivel económico social (misma escuela, en un mismo barrio), y al haber sido asig- nados al azar, si son un número suficientemente grande, se habrán distribuido en los tres grupos proporciones similares de mujeres y varones, y de algunas otras variables que podrían estar rela- cionadas con el aprendizaje (interés en la tarea, deseo de lograr éxito, docilidad o rebeldía como estudiantes, etcétera). En este caso yo en mi papel de investigadora, manipulé los valores de la variable independiente a voluntad (la ansiedad “situacional”, no la “estructural” o más permanente, parte de la personalidad), que es uno de los requisitos del diseño experimental puro, de laboratorio.


    Por lo dicho recién, otro de los requisitos de este diseño es la asignación al azar de la población a las condiciones experimentales (los tres grupos). Como se podrá apreciar, el grado de control es muy alto (validez interna), no hay lugar a que haya alumnos de diversas edades, diversas experiencias formativas, que trabajen en diversas tareas con diferentes grados de dificultad, diversa disponibi- lidad de tiempo que influye sobre la fatiga, el apetito, el aburrimiento, etcétera. Pero también se apreciará que el nivel de ansiedad creado/manipulado por mí, en tanto investigadora, no puede llegar al nivel de ansiedad que es provocado en la “realidad real”, por ejemplo, ante un examen escolar, o la anticipación de la reacción de los padres tras haber recibido una mala calificación en la escuela, o frente al torno del dentista o la extracción de una muela. Por eso se dice que la validez externa de los resultados de un diseño experimental es baja, lo que se hace en el laboratorio es un “como si” de la vida real, algo de carácter teatral.

    En cambio, un experimento natural tiene realismo, es real. No hay “como si” de una experiencia súbita, no anticipada, de catástrofe biológica mundial. La reacciones en el nivel microsocial, indivi- dual”, de temor, miedo, enojo, negación, ansiedad, angustia, desorganización, depresión, paranoia frente a la aparición del coronavirus, frente a la muerte potencial propia y de los seres queridos, y el súbito aislamiento y distanciamiento (sobre todo físico) no pueden ser más vívidas, más reales de lo que están siendo. En el nivel mesosocietal, el desconcierto, la incertidumbre, la rebelión, el terror compartidos, no pueden ser más reales. Y en el nivel macrosocial, en este caso, cósmico, las vibraciones, resquebrajamientos, movimientos “tectónicos” del sistema de salud, del económico, del financiero, del mercado de trabajo, del sistema educativo, del sistema político, del de seguridad, de las comunicaciones virtuales, de la administración del Estado, de la gobernanza, y de los valores culturales, éticos y religiosos y de todas las instituciones, no pueden ser más reales. Es la realidad con mayúscula.

    Este fenómeno es un “banquete” para investigadores en infectología, epidemiología, medicina, biología, sociología, demografía, economía, ciencias políticas, relaciones internacionales, psicología social, psicología individual, antropología, educación, ciencia, tecnología e innovación, comunicación social, comunicación virtual, sin pretensión de exhaustividad.

    Y esto, que es real y no figurado en un laboratorio, es el fenómeno que da lugar a infinitas preguntas de investigación desde los múltiples campos disciplinares separada o conjuntamente, para equipos mono disciplinares o interdisciplinares. ¿Por qué se desató la enfermedad? ¿Dónde se inició? ¿Cuál fue su causa? ¿Es una variante de la gripe A o es un virus nuevo? ¿Cómo se difunde? ¿A través de qué agente? ¿A qué velocidad se reproduce? ¿Cuánto vive? ¿Qué síntomas origina? ¿Por qué llegó de Asia a Europa? ¿Por qué es más virulento en Italia y España que en Alemania? ¿Por qué tanto en Brasil y tan poco en Uruguay? ¿Cómo llegó a EEUU? ¿A qué grupos de edad afecta más? ¿Cuánto influye la estructura de edad más o menos envejecida de estos países para explicar la virulencia diferencial entre ellos? ¿Cuánto se debe la velocidad o lentitud de propagación a pautas y valores culturales arraigados entre las poblaciones de estos diversos países? ¿Cuánto en la creencia y confianza (o su ausencia) en las instituciones de gobierno? ¿Cuánto a condiciones preexistentes como tener o no un sistema integrado de salud nacional con suficiente cobertura en todo el territo- rio, a un buen sistema de provisión de agua en todo el país? ¿Qué medidas de protección son más eficientes para frenar su expansión: aislamiento, barbijo, lavado de manos, uso de lavandina, de alcohol líquido o en gel? ¿El virus se trasmite por el aire? ¿Cuánto tiempo vive el virus en superficies de metal, de madera, de plástico? ¿Es más mortal en personas con enfermedades preexistentes y cuáles? ¿Existen posibilidades de re infección? ¿El plasma de las/os infectados y recuperados es útil para frenar el desarrollo de la enfermedad en las/os sanos? ¿El aislamiento tendrá efectos y de qué tipo sobre las relaciones entre los miembros de los hogares (peleas, agresiones, divorcios)?

    ¿Cómo se organizará la división del trabajo por género en los hogares con niños y dos progenitores con teletrabajo? ¿Quién se ocupa de la escolaridad trasladada al hogar cuando hay escolares y no hay ayuda doméstica asalariada o familiar? ¿Cómo articulan los usos de la única computadora de la casa los adultos que trabajan online y los menores escolarizados que reciben y deben entregar


    tareas de modo virtual? ¿De qué manera se reemplazan las compras de provisiones y los trámites y cuidados cuando hay aislamiento y recomendación u obligación de no salir de la casa? ¿Cómo se reciclan, si lo hacen, las/os docentes de los diversos niveles del sistema educativo para llevar ade- lante su tarea a distancia, de modo virtual? ¿Cuántos estudiantes de los diversos niveles educativos, jurisdicción por jurisdicción, disponen de computadoras, notebooks, celulares para seguir las clases de modo virtual? ¿Cuántos hogares en el país, en las zonas rurales, y en las urbanas no tienen conectividad? ¿Acentuará la pandemia la desigualdad en la educación de diversos sectores sociales tomando en cuenta que superan los dos millones las/os niños sin conectividad y/o computadora o tablet? ¿El papel de la ciencia frente a este fenómeno se ha elevado? ¿Los gobiernos se están asesorando más con científicos o con políticos y administradores del Estado para diseñar sus políticas de extensión o cierre de la cuarentena? ¿Cuán preparados están los sistemas de salud de los países para enfrentar la pandemia (número de camas, respiradores, barbijos, médicos/as, enfermeros/as, médicas/os, enfermeras/os, camilleros, etcétera)? ¿Las morgues y los cementerios son suficientes para enfrentar la avalancha de muertas/os? ¿Qué papel juega en la elección de los modelos y medidas de protección sanitaria la personalidad e ideología política de los/as jefes/as de Estado y del sistema político vigente (francamente democrático, respetuoso de los derechos individuales de la ciudadanía vs. autoritario, centralizador férreo de las políticas y decisiones)? ¿Cómo influye la política sobre la presencia o ausencia de mayor o menor cooperación internacional entre gobiernos, científicos, empresarios? ¿Qué consecuencias tendrá esta pandemia sobre la economía de cada país y sobre la economía internacional? ¿Se replanteará la viabilidad del modelo capitalista de la economía? ¿Cuántos puestos de trabajo se perderán y en qué sectores de la economía? ¿Cuántas empresas, de qué tamaño y rubro quebrarán? ¿Cómo influirá el manejo de la pandemia sobre los resultados de las elecciones nacionales y provinciales en el mundo? ¿Será más o menos dañino para los países haber privilegiado la salud por sobre la economía y viceversa? ¿Hasta qué punto quedará instaurado el teletrabajo por sobre el trabajo presencial en unidades laborales? ¿subsis- tirán los gremios y los sindicatos?¿Cuáles de las actividades de comercio y servicios incorporarán en mayor escala el teletrabajo?

    Volvamos ahora a la comparación entre el experimento de laboratorio y el natural, que es de donde partimos. El primero es un diseño elaborado deliberadamente para llevar adelante una investigación particular, cuidadosamente planeado, y el otro un suceso ocurrido de modo espontáneo, súbito, intenso que para la investigación es un estímulo que da lugar, que produce, que propone, que pre- senta, múltiples problemas con una intensidad inusitada que los hace ideales para la investigación de la realidad desde diversas miradas disciplinares y perspectivas teóricas.

    El experimento de laboratorio es el diseño más adecuado para someter a prueba empírica la validez de una hipótesis, o la veracidad (o no) de la relación entre una variable independiente y otra dependiente, es decir, un objetivo de investigación de naturaleza explicativa. ¿Por qué? Por el alto grado de control interno que posibilita al permitir congelar o inmovilizar el impacto de otras variables que podrían estar presentes y “ensuciar”, contaminar o enmascarar la relación entre las independien- tes y dependientes. Estos objetivos explicativos se pueden plantear cuando se trata de problemas que ya han sido explorados, descriptos, indagado algunos posibles factores correlacionados con él. Tras haber identificado qué es (exploratorio), qué características tiene (descriptivo), a qué se deberá (factores correlacionados), recién entonces es lícito y se está en condiciones de formular por qué es como es, de corte explicativo. Es el caso de indagar, de someter a prueba empírica, si la ansie- dad también tiene impacto o no sobre el aprendizaje. Se trata de agregar al conocimiento sobre el aprendizaje, tema sobre el que hay décadas de investigación realizada, cientos de libros y artículos producidos en el mundo. Y conocerlo tiene implicaciones pragmáticas para la pedagogía y la didác- tica en el mundo de la educación, también en el de la psicología educacional y la psicopedagogía. En el caso del coronavirus actualmente (febrero, marzo, abril, mayo de 2020), sólo pueden plan- tearse sensatamente objetivos de naturaleza exploratoria como lo evidencia la larga y no exhaustiva lista de de preguntas formuladas antes. Frente al coronavirus todo lo que puede hacerse, y se está


    haciendo, es reconocer sus límites, sus características, su similitud o diferencia con otros virus sobre los que ya hay conocimiento acumulado. En cuanto se lo pueda recortar, serán lícitos los objetivos de naturaleza descriptiva como:¿cuál es la frecuencia de su manifestación en el mundo y en cada país dónde está presente?; ¿cuáles son los grupos de edad más afectados?; ¿de qué grupos socioe- conómicos proviene la mayoría de los afectados (virus de clase media y media alta, que “viaja en avión”, a diferencia del dengue, que “viaja en carro”,4 que prevalece entre población de sectores bajos, carentes de cloacas y otros servicios básicos)?; ¿cuánto tiempo vive?; ¿cómo se contagia?;

    ¿con qué síntomas se manifiesta?.

    Vale la pena advertir que las/os periodistas en la Argentina, que no son científicos, tampoco políticos y, que salvo honrosísimas excepciones, viven para y del rating, están haciendo preguntas a médicos, infectólogos, virólogos, y políticos que son de naturaleza prematuramente descriptiva y hasta explicativa que no es posible responder seriamente porque el fenómeno aún está en estado de primer reconocimiento y/o de recorte de su límites o contorno, como lo evidencian los adelantos y retrocesos de información y de medidas políticas que se escuchan, leen y viven diariamente en el mundo.

    Y esto sin incluir un tema que daría para largo como es la calidad de la medición del fenómeno. En el caso de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y del Conurbano bonaerense, en la Argentina, por ejemplo, hay una grave confusión entre crecimiento de las/os infectados y la calidad de la captación o medición de las/os infectados. Porque una cosa es registrar a la población infectada que consulta (entre febrero y abril de 2020) y otra salir a buscarla (desde mayo de 2020). Son dos estrategias de elaboración de estadísticas radicalmente diferentes: una registra lo que se presenta voluntariamente en centros de atención de la salud; la otra sale a buscar en sus viviendas y otros lugares donde vive población con harta probabilidad de estar infectada y que no se acerca a los centros de salud (villas de emergencia, cárceles, geriátricos). ¿Cuántos de las/os infectados detectados en las villas de emergencia de la Ciudad y el Gran Buenos Aires se contabilizan como nuevos infectados en lugar de infectados visibilizados? Las villas concentran la mayor cantidad de infectados y muertos por coronavirus en la Argentina. En ellas el hacinamiento por cuarto y la ausencia de servicios de agua potable y cloacas impiden que sus habitantes cumplan con las medidas de distanciamiento social y el lavado frecuente de manos, dos de las tres medidas de higiene fundamentales para prevenir el contagio, junto con el uso del barbijo. ¿Cuántos de las/os residentes en geriátricos tienen posibilidad de cumplir con el distanciamiento social? ¿Cuántos en las cárceles?

    La pandemia del coronavirus muestra de modo brutal sus efectos en innumerables dimensiones del Planeta Tierra. Para su conocimiento medianamente cabal y útil para el trazado de políticas públicas para enfrentarlo se necesita un abordaje multidisciplinario desde el mundo de la investi- gación, que debe ponerse en práctica desde la esfera del gobierno que debe apoyarse para tomar sus decisiones en demógrafos, infectólogos, bioquímicos, ambientalistas, ecólogos, psiquiatras y psicólogos, economistas, además de políticos.


  4. Debido a que en la Argentina (así como en muchos otros países del mundo) los primeros casos de infecciones fueron importados por viajeros del Asia y más tarde de Europa, turistas y/o empresarios u otros con capacidad económica de viajar al exterior, se lo nominó “virus que viaja en avión”. El dengue, más asociado con habitantes de zonas rurales, de bajas condiciones de vida, ausencia de agua corriente, cloacas y otros servicios, fue nominado, en contraste, vomo un “virus que viaja en carro”, medio de transporte de tracción a sangre, tirado por caballos.