Análisis de la Universidad, la Iglesia y el Pueblo durante el gobierno Peronista (1946-1955) y sus efectos sobre la educación superior.


María Jimena Campos 1

Doctoranda de Universidad Abierta Interamericana.


Resumen

El presente trabajo pretende realizar una descripción de lo que fue la Universidad, la presencia de la Iglesia Católica y los movimientos sociales durante el gobierno de Perón de 1946 a 1955. En esta línea, se buscará dar cuenta de cómo estas variables tuvieron efectos sobre la Educación Superior que incluso pueden ser rastreados hasta el día de hoy. Desde la gratuidad de la Universidad, las intervenciones de ciertos sectores eclesiásticos y políticos sobre las Universidades y los colegios, cómo así también pasando por los movimientos sociales de distintos tipos, muchos fueron los efectos del gobierno, la iglesia y la sociedad sobre cómo se desarrolló la educación en el país. Con puntos a favor y en contra del gobierno de Perón, este trabajo intentará dar cuenta de algunos ello.


PALABRAS CLAVE: educación superior; Perón; iglesia católica; universidad; pueblo; Argentina.


Analysis of the University, the Catholic Church and the People during the government of Perón (1946-1955) and the effects on Higher Education.


Abstract

The present work aims to make a description of University, the Catholic Church and the social movements during Perón’s government from 1946 to 1955. In addition to this, this research aims to understand how these variables had effects on Higher Education that can even be traced back to today. From establishing the gratuity of University, to the interventions of certain ecclesiastical and political groups on Universities and schools, or even social movements of different types, there were plenty of influences that the government, the church and the society had on higher education in the country. With points in favour and against Peron’s government, this work intends to analyze some of them.


PALABRAS CLAVE: higher education; Perón; catholic church; university; people; Argentina.


1 Lic. en Psicología (UNC). Profesora Universitaria de la Universidad Abierta Interamericana (UAI). Doctoranda en Educación Superior Argentina UNRN-Univ. Austral-UAI.


Recibido: Febrero 2023 / Aceptado: Mayo 2024 / Publicado: Junio 2024



Introducción

La sociedad es definida por el diccionario como un conjunto de personas que se relacionan entre sí, con determinadas reglas de organización jurídicas y consuetudinarias, y que comparten una misma cultura o civilización en un espacio o un tiempo determinados (Real Academia Española, 2023). Como tal, la sociedad posee determinados elementos que, aunque con diferentes fines, terminan regulando, influyendo y fijando reglas, las cuales históricamente a lo largo de los siglos han sido la Iglesia y el Estado.

A los fines de formar ciudadanos capaces de ejercer y defender sus derechos, entre muchos otros objetivos, el Estado recurre a la educación como un medio para tal fin. Particularmente la educación superior es el trayecto que viene luego de la enseñanza secundaria, cuyos programas se apoyan o parten de los conocimientos adquiridos en los niveles anteriores. Su propósito es que los estudiantes desarrollen habilidades complejas en un campo de estudio especializado (Unesco, 2019).

La configuración actual del sistema de educación superior es el resultado de numerosos aportes y tensiones de hechos históricos, gobiernos y movimientos sociales que se han suscitado a lo largo de los años en la Argentina.

Particularmente, el peronismo es uno de los partidos políticos que ha gobernado en donde más han proliferado la cantidad de instituciones universitarias, así como también la sanción de marcos legislativos que la regulen. Se destaca, en este sentido especialmente, la proclamación de la gratuidad de la universidad pública argentina en 1949, cuando el entonces Presidente, Juan Domingo Perón, firmó y promulgó el Decreto 29.337 de Gratuidad de la Enseñanza Universitaria (Villanueva y Recalde, 2020).

Otra de las instituciones que ha tenido un rol protagónico en la vida social y la organización de la misma es la Iglesia, tanto en lo que refiere a la educación como en otros ámbitos de la comunidad. Particularmente, durante los mandatos del presidente Perón, ambas instituciones (la Iglesia y el Estado) cumplieron un rol importantísimo en los cambios y modificaciones que sufrió la educación, aunque su relación fue ambivalente entre sí.

En esta línea, el presente trabajo se propone analizar lo que constituye la histórica relación (en palabras de Bressi, 2020) entre los ejes Universidad, Iglesia Católica, y el Pueblo (entendido como la sociedad y sus movimientos sociales) en el periodo del gobierno peronista de 1946- 1955 y sus implicancias sobre la educación superior. De esta forma, se intentará responder a la pregunta ¿Cuál fue la relación entre la Universidad, la iglesia Católica y el Pueblo durante el gobierno peronista de 1946 a 1955 y cómo esta influyó sobre la Educación Superior?


Fundamentación

El peronismo surgió en 1945 como consecuencia del golpe de Estado de 1943 e implicó una ruptura en la vida social, política y económica. No solo los trabajadores adquirieron derechos sociales y ocuparon el centro de la escena, pero además este movimiento se presentó a sí mismo como un hito de la historia del país. La educación fue uno de los medios a través de los cuales avanzó la acción del estado peronista, junto con la búsqueda de una unanimidad, mediante el apoyo de los trabajadores, el carisma de los líderes y la censura de los disensos. Es de destacarse en esta línea, los numerosos cambios que ejerció el peronismo sobre la educación superior, mediante la sanción de leyes como la de gratuidad, entre otras (Villanueva y Recalde, 2020).

Así mismo, este gobierno en particular atravesó diferentes periodos en su relación con la Iglesia, la cual a lo largo de la historia de la humanidad se ha constituido como un organizador de las sociedades, influyendo tanto en el ámbito de lo privado como en lo público. En nuestro país, además, la iglesia católica en sus diferentes vertientes tuvo un rol importante en la educación superior, motivo por el cual resulta de relevancia analizar las relaciones que el gobierno peronista tuvo con la iglesia durante los años 1946-1955, y cómo esto influyó en la educación superior. A la vez, se incluyen en este análisis dos ejes igualmente importantes; por un lado, el pueblo y cómo ciertas políticas influyeron en las dinámicas de la sociedad y, por otra parte, la Universidad como institución representante de la educación superior. Esto permitirá tener un análisis más panorámico de las relaciones establecidas entre las partes y cómo esto sentó muchas de las bases de lo que constituye hoy el paisaje educativo.

 

El conocer la historia de este periodo es una forma de construir una imagen completa de cómo se fueron dando muchos de los procesos de la educación que aun en la actualidad continúan vigentes, ya que, en línea con el famoso dicho “Quien no conoce su historia, está condenado a repetirla”.


Metodología

A los fines de analizar la relación entre los ejes Universidad, Iglesia Católica, y el Pueblo durante el primer gobierno Peronista de 1946-1955, se utilizará la metodología cualitativa, particularmente la revisión bibliográfica. El motivo de la elección de la misma radica en su utilidad para recopilar los desarrollos de distintas fuentes que se han realizado sobre cada uno de estos ejes y desde distintos puntos de vida durante periodo temporal. Luego, se organizará ese material bajo la lupa de la pregunta problema para intentar obtener una respuesta.


Algunos hechos históricos

El Peronismo nació en 1945 con el antecedente de la revolución del mes de junio de 1943 que inició un programa de gobierno de carácter nacionalista e industrial. Los militares apuntaban a modificar la estructura productiva conformando una industria dinámica, que era considerada como el rasgo principal de los nacionalismos del siglo XX (Villanueva y Recalde, 2020).

Las consecuencias económicas y políticas derivadas de la Segunda Guerra Mundial, hicieron que ciertos sectores políticos-militares, que venían luchando por el patrimonio argentino, alcanzaran el gobierno. Con esto dio comienzo la revolución militar del 4 de junio de 1943. De ahí surgió Perón como vicepresidente con el poder político, militar y laboral-gremial para efectuar la reconquista del patrimonio y del poder público para la Argentina (Bressi, 2020).

Con el inicio de la Segunda Guerra Mundial, la economía británica entra en crisis. Gran Bretaña requería carne y trigo, por lo que la Argentina se constituyó actor económico trascendental dentro de este nuevo contexto de necesidad británica. El gobierno conservador argentino, en consonancia con su modelo agro exportador, decidió no cobrar nada por las exportaciones de la época de la guerra (Bressi, 2020).

Para 1943, la hegemonía de los aliados en la Segunda Guerra Mundial era indudable, lo cual complicaba la política exterior de neutralidad argentina. Frente a este escenario, el 10 de marzo de 1943, por iniciativa del Cnel. Perón inicia el Grupo Obra de Unificación (G.O.U.) formalmente sus actividades dentro del Ejército Argentino (Bressi, 2020).

La revolución de 1943 fue obra de un grupo de oficiales, los cuales querían una Nación soberana, que debía romper con el modelo agro exportador de Argentina y la universidad reformista. La gran cuestión que el peronismo intentará resolver, es el tema de la industrialización nacional como medio de fortalecimiento de nuestra soberanía. Para estos fines, se requirió armar un sistema integral de formación del obrero industrial acorde a las necesidades nacionales. Perón quería volver a las bases del ser nacional para fomentar el desarrollo de una identidad industrial, donde los maestros argentinos eran claves para ello. La esencia misma de las ideas que enuncia Perón, se basa en el proyecto político del 4 de junio de 1943 (Bressi, 2020).


 

Los años 1944 y 1945 son decisivos para el afianzamiento de Perón como conductor del movimiento revolucionario. Según los aportes de Bressi (2020) para obtener el poder, Perón debía crear un nuevo movimiento político en torno a su figura o bien ganar el apoyo del radicalismo. En octubre de 1945, la facción opositora dentro del Ejército al Cnel. Perón, encabezada por el Gral. Aválos, da un golpe, obligándolo a renunciar a todos sus cargos en el gobierno y siendo trasladado en calidad de preso. El motivo del arresto era el peligro que representaba el acrecentamiento de poder de Perón. El 17 de Octubre los cuadros fieles a Perón organizaron una gran movilización obrera en Plaza Mayo para lograr su liberación. Siendo liberado por la presión popular y el 24 de febrero de 1946, se presenta a las elecciones presidenciales, las cuales gana (Bressi, 2020). Dos sectores se diferenciaron claramente durante la constitución de la Nueva Argentina de Perón. Por un lado, los grupos en torno a la figura de este, quien contaba con el apoyo del sindicalismo, parte del conservadurismo, la clase obrera industrial, algunos sectores provenientes del nacionalismo, especialmente desde el ámbito de la cultura y la educación y el Ejército. Por el otro, gran parte del empresariado, las clases medias, la Sociedad Rural, los partidos tradicionales, los profesionales e intelectuales, hijos de la reforma del 18 y la gran masa de estudiantes universitarios (Bressi, 2020).

El primer gobierno de Perón, canalizó muchas demandas sociales y culturales de los trabajadores entre las cuales se incluyen el ingreso gratuito e irrestricto a la universidad. A la vez, continuó con la política de nacionalización de la cultura y la educación que venía del gobierno revolucionario. Este nuevo proyecto de país se debía asentar sobre una cultura nacional y el fortalecimiento de la industria, siendo uno de los instrumentos que dan cuenta de esto fue el Primer y Segundo Plan Quinquenal y la Constitución del año 1949. En esta línea, la creación y fomento de escuelas de formación técnicas obreras y la Universidad Obrera Nacional, orientada a favorecer el ingreso de los hijos de la familia trabajadora. fueron políticas públicas de Estado indispensables para consolidar tal fin. El perfeccionar los conocimientos técnicos, aumentar el rendimiento industrial, mejorar las condiciones de trabajo y de vida de los trabajadores, fomentar el progreso de la clase media y estimular el capital privado son ideas que Perón sostuvo por mucho tiempo (Bressi, 2020; Villanueva y Recalde, 2020).

En los años previos a que Perón asumiera su presidencia, se había decretado la intervención de todas las universidades. Los fundamentos de tal medida hacían referencia a la necesidad de asegurar una absoluta neutralidad política en el ámbito universitario y de reestructurar el conjunto de las instituciones de enseñanza (Pis Diez, 2012).

Las intervenciones decretadas van a forzar un proceso de recambio del cuerpo profesoral, donde muchos fueron obligados a renunciar o directamente se los dejó cesantes, produciéndose por primera vez desde 1918 un recambio de personal por causas políticas. Los puestos vacantes fueron ocupados por un profesorado que en su mayoría no era ajeno a la vida académica que pertenecían a los círculos católicos, conservadores y nacionalistas que habían predominado en las universidades desde 1943 y que lograron adaptarse a las condiciones y exigencias del nuevo contexto político (Pis Diez, 2012).

Durante los años 1946 y 1947 hubo un desplazamiento masivo de docentes, entre ellos figuras como Bernardo Houssay, Ricardo Rojas y Emilio Ravignani. Los desplazamientos afectaron a figuras que estaban identificadas con la oposición política. En algunos casos fueron por jubilaciones anticipadas, en otros de cesantías directas, o bien presiones. Esto implicó que muchos de los nuevos profesores y funcionarios que llegaban se identificaban con el anti reformismo, con la iglesia católica y su sistema de pensamiento conservador. Un episodio que provocó gran parte de las renuncias se suscitó en ocasión de una huelga estudiantil en diciembre de 1946, que consistía en no presentarse a los exámenes finales de dicho mes. A las intervenciones, cesantías y recambio de personal docente le seguirá la sanción (octubre de 1947) de la Ley Universitaria 13.031 (Buchwinder, 2022; Pis Diez, 2012).


 

Esta Ley estableció un sistema de elección de autoridades en donde los principales mecanismos de control quedaban en manos del Estado. Esta suprimió gran parte de los que eran considerados pilares de la Reforma, el co-gobierno y la autonomía. A partir de este momento, los rectores de las universidades serían elegidos desde el Ejecutivo, lo mismo los profesores titulares, los decanos serían designados por el Consejo Directivo a partir de una terna propuesta por el rector, los Consejos Directivos estarían compuestos por el decano y diez consejeros escogidos por los profesores titulares. Los estudiantes tendrían voz, pero no voto, y su representante debía ser sorteado entre los diez mejores promedios del último año (Pis Diez, 2012).

Por otra parte, la Ley contemplaba el otorgamiento por parte del Estado de becas que iban a permitir a los estudiantes obtener gratuitamente la enseñanza. Este otorgamiento de becas, la creación de la Universidad Obrera Nacional (UON) (en 1948), la eliminación de los aranceles y la disposición de la gratuidad de los estudios universitarios (en 1949) y la supresión del examen de ingreso (en 1953), hablan de una democratización del acceso a la universidad. Sin embargo, al mismo tiempo, fueron borrados avances importantes del movimiento estudiantil reformista, en lo que hace a la democratización política de la universidad, es decir la ampliación de la participación en el gobierno. Esto recibió muchas críticas de parte de la Federación Universitaria Argentina y otros sectores, donde el principal punto de conflicto radicaba en lo específico de la enseñanza allí impartida, una meramente técnica orientada hacia los oficios y la producción industrial (Pis Diez, 2012).

El acceder a la universidad y obtener un título profesional, se convirtió en una meta anhelada por muchos de quienes llegaron a la Argentina en las últimas décadas del Siglo XIX y de las primeras del XX. La población estudiantil universitaria comenzó a crecer en forma acelerada y se fue modificando lentamente su composición por el incremento de la participación de sectores provenientes de la clase media de origen migratorio que por entonces se estaba constituyendo (Koc Muñoz, 2018).

La fracción nacionalista católica hegemonizó el poder político dentro del Estado y ubicó a sus distintos cuadros en lugares estratégicos del mismo, especialmente en el área de educación. Las reformas producidas por el gobierno incluyeron, la educación religiosa en la escuela, lo cual fue un duro revés a la tradición educativa laica en Argentina, como también la intervención de las universidades que fueron puestas al mando de distintos cuadros integristas católicos, lo que constituyó un fuerte golpe a la universidad reformista (Koc Muñoz, 2018).


La iglesia católica

La revolución militar de 1943 fue para la iglesia el esperado evento que ponía fin para siempre al largo período de la hegemonía liberal y abría el camino a la restauración argentinista, de índole católica. En el plano ideológico, el elemento clave del vínculo orgánico entre las dos instituciones, era compartir un mito, el de la nación católica (Zanatta, 1999).

La actitud de la iglesia hacia el gobierno revolucionario se caracterizó, durante sus primeros años de vida por el optimismo sobre el futuro del país y la presión sobre el gobierno para que operase de manera acelerada y eficaz en los más variados campos de la vida nacional para promover medidas conformes a la doctrina católica (Zanatta, 1999).

La regeneración nacional se había manifestado ante todo mediante formas especialmente represivas, dirigidas a golpear al comunismo, la prensa independiente o de oposición y una parte del cuerpo docente y los sindicatos autónomos. De esto también fueron parte numerosas intervenciones de censura en el campo de las costumbres públicas, inspiradas en una concepción moralizadora de la vida social muy cercana al catolicismo (Zanatta, 1999).

Desde que Perón asumió la presidencia, la iglesia católica mantuvo una fuerte presencia dentro del espacio público, mientras el gobierno mostraba sus buenas relaciones con la jerarquía eclesiástica (Bianchi, 2001).

 

En palabras de Zanatta (1999), la restauración de la enseñanza religiosa en las escuelas del Estado, figuró como un punto fundamental del gobierno militar. La política del Ministerio de Educación tendía desde entonces a convertirse cada vez más en un verdadero sector eclesiástico. La reconquista de la educación pública para los valores de la argentinidad y, por lo tanto, su confesionalización representaba uno de los ejes de la nación católica.

Aunque la política universitaria del gobierno se fundaba en criterios muy tradicionales como lo era la prudencia con respecto a la autonomía de las universidades, la confianza en su capacidad y la voluntad de autodepuración y cambio gradual, la posición católica consideraba que para obtener el cambio radical hacía falta una drástica intervención del Estado, conscientes de cuán arraigada estaba la cultura laica en el sistema educativo (Zanatta, 1999).

Muchas universidades habían sido intervenidas, donde exponentes del catolicismo habían sido nombrados en puestos directivos. Tal era el caso de la Universidad Nacional del Litoral, en cuya conducción había sido nombrado Jordán Genta. En Agosto de ese año 1943, el proceso de cristianización se extendió también a la Universidad de Cuyo, donde se nombró como interventor al presidente de la Acción Católica de Mendoza (Zanatta, 1999).

Sin embargo, algunas de estas designaciones indicaban que en las filas revolucionarias existía una lucha entre corrientes ideológicas divididas entre sí por concepciones diversas del común ideal de Dios y la Patria. El choque entre los interventores nombrados por el gobierno y las organizaciones de estudiantes, en especial la Federación Universitaria Argentina, se radicalizó cada vez más (Zanatta, 1999).

La política de Genta en la Universidad Nacional del Litoral apuntaba a restablecer el principio clásico donde la misión de la universidad era la contemplación de la verdad y el cuidado del alma de la nación (Zanatta, 1999). Este sistema educativo fue pensado en virtud de variables diferentes a las de los principios reformistas, para devolverle la esencia a la Universidad Argentina y respetar el orden natural de la creación y del saber. Esto se realizaría mediante el establecimiento de un sistema de educación superior cristocéntrico, patriótico, tradicionalista y jerárquico (Bressi, 2023).

El modelo pensado por Genta se oponía radicalmente al modelo reformista, porque este, en Argentina, separa en el saber el orden natural del sobrenatural, encuadrándose dentro del modelo profesionalizante francés y de investigación humboltiano. En este sentido, en 1918, el laicismo y el positivismo que dominaba la ideología en Córdoba requería que la Universidad se separase de la teología medieval, fijando principios que organicen una cultura superior al servicio de la sociedad (Bressi, 2023).

Debido a estos puntos que caracterizaban a la Universidad Reformista, los objetivos que se propusieron para cambiar el sistema de educación superior argentino en el magisterio de Genta fueron los siguientes: la despolitización de la Universidad reformista para lograr un vínculo más directo con el proyecto de país de la Argentina Católica de varios próceres argentinos; y que la juventud argentina tuviera una formación del carácter basado en la pedagogía de los santos y héroes (Bressi, 2023).

Para evitar que la Universidad siguiera siendo un actor político de oposición, los gobiernos militares implementaron políticas públicas educativas de nivel superior propagadas por el nacionalismo católico para restaurar el orden y la autoridad, que produjeron un quiebre entre Estado y Universidad. En principio, los gobiernos militares contaron con apoyo especialmente de los sectores nacionalistas católicos, que veían en los nuevos gobiernos militares la posibilidad de concretar sus anhelos políticos, especialmente en el ámbito de la educación superior (Bressi, 2023).

Sin embargo, el litoral no fue la única región en la que el proceso de confesionalización de la universidad había conocido desde entonces una fuerte aceleración. Tanto o más significativo fue el nombramiento de Pithod a cargo de la Universidad del Cuyo. En este caso, debió afrontar un ambiente en el cual la tradición laica tenía muchas menos raíces que en el litoral (Zanatta, 1999). Más allá de múltiples manifestaciones de apoyo, empezaban a aparecer posibles conflictos. Desde comienzos del gobierno de Perón en 1946, numerosos actores de la institución eclesiástica comenzaban a observar con preocupación lo que consideraban avances del Estado sobre la sociedad civil, fundamentalmente lo que consideraban áreas que la iglesia tenía particular interés en controlar. De allí que muy pronto comenzaran las denuncias sobre lo que se definía como estatismo (Bianchi, 2001).


 

En relación con los avances del Estado sobre Instituciones privadas, una de las primeras reacciones católicas estuvo vinculada a la sanción de la Ley de Asociaciones Profesionales. La preocupación radicaba en la negativa a reconocer aquellas organizaciones sindicales que se constituyeron sobre la base de credos religiosos, lo que constituía el fin de toda intención de crear un sindicalismo religioso (Bianchi, 2001).

Dentro del campo de la educación, el amplio margen otorgado a la iglesia católica se expresó en la aprobación de la ley de enseñanza religiosa en las escuelas públicas. Sin embargo, la implementación de esta ley fue objeto de múltiples conflictos de tipos jurisdiccionales entre la iglesia y el estado: el gobierno peronista no estaba dispuesto a dejar de controlar la designación de los funcionarios de la Dirección Nacional de Enseñanza Religiosa ni los profesores encargados de enseñar religión en las escuelas. Allí, los textos escolares pusieron su acento en dos cuestiones, la comparación entre el peronismo y el mismo Perón con distintos episodios y personajes de la historia nacional, y en segundo lugar, la glorificación de las obras del peronismo en el poder (Bianchi, 2001).

La preocupación de la iglesia también se manifestó en los avances del estatismo en áreas privadas consideradas de su exclusiva incumbencia. El tema de la familia en este sentido ocupó un lugar central. El peronismo compartía con el catolicismo una noción de familia. El núcleo familiar se constituyó en el eje articulador de numerosas políticas redistributivas del peronismo, desde el salario familiar hasta planes de vivienda. En sí, estas políticas reforzaban una concepción familiar afín al catolicismo, sin embargo, provocaron una desconfianza en la iglesia en la medida en que se advertía una excesiva injerencia del estado en un área considerada exclusiva de la iglesia (Bianchi, 2001).

En esta línea, el tema de la familia se constituyó desde muy temprano y en forma casi permanente en un tema de conflicto, que tuvo sus puntos más críticos en el proyecto gubernamental de conceder a la concubina los derechos de previsión social al fallecimiento del titular. Si bien es cierto que las presiones de la iglesia muchas veces frenaron el tratamiento de algunos proyectos, desde la perspectiva católica resultaban evidentes las dificultades para instrumentar los aparatos del estado con el objetivo de transformar a la religión en el principio organizador de la sociedad (Bianchi, 2001).

Los avances del Estado fueron denunciados también en otras cuestiones, como la referida al papel que juegan las mujeres dentro de la sociedad, tema que tanto para la iglesia como para el peronismo estaba ligado al tema de la familia. Los conflictos tendieron a generalizarse a partir de 1950, cuando también comenzaron a reducirse las manifestaciones mutuas de apoyo entre el estado y la iglesia (Bianchi, 2001).

En la reforma constitucional de 1949, si bien el catolicismo mantuvo la posición privilegiada, se sostuvieron principios que desde una perspectiva eclesiástica eran contradictorio: la libertad de culto, el derecho al patronato, y los principios iluministas y liberales como el de la soberanía popular (Bianchi, 2001).

El conflicto se agravó particularmente en el momento en que la Iglesia comenzó a considerar que, a pesar del estatuto privilegiado que el catolicismo debía gozar en el país, el gobierno peronista había comenzado a otorgar demasiado espacio a otros credos religiosos y que el gobierno no cumplía con defender el patrimonio religioso, manteniendo relaciones fluidas con la comunidad judía (Bianchi, 2001).


La enfermedad y muerte de Eva Perón en 1952 acentuó la incorporación de toda una simbología religiosa. La sacralización de las figuras políticas más significativas permitió la adhesión al peronismo descritas en términos de devoción y fe (Bianchi, 2001).

Frente a una jerarquía de la iglesia cada vez más fracturada, entre los que se definían como antiperonistas y los que buscaban no profundizar los conflictos para no perder lo que se consideraba ganado, sectores del clero y de laicos, en particular la acción católica argentina, presionaban a los obispos para que se defendiera lo que se consideraban ataques. Incluso algunos grupos de laicos, ya desde comienzos de 1950, comenzaron las gestiones necesarias para constituirse como el Partido Demócrata Cristiano. De esta manera, la iglesia se presentaba como un espacio de oposición (Bianchi, 2001).

Durante las décadas de 1940 y 1950, las agrupaciones existentes ligadas con la Iglesia (como la Acción Católica o el Ateneo Cristiano) estaban identificadas en el mapa político estudiantil directamente con la “derecha”. Pero en 1951, en la Facultad de Ingeniería de la UBA, surgió un nuevo tipo de agrupación cristiana: la Liga de Estudiantes Humanistas (Pis Diez, 2012).

De ideario social-cristiano y postura antiperonista; influenciados intelectualmente por el pensamiento católico francés, los militantes humanistas proponían la “apertura progresista del cristiano en el mundo moderno” (Pis Diez, 2012).

Los humanistas no sostenían un rechazo absoluto al movimiento reformista. Por el contrario, muchos de sus postulados eran compartidos, centralmente, el cogobierno universitario y la libertad de cátedra (Pis Diez, 2012).

Dentro de ese clima, Perón convocó una reunión en noviembre de 1954, con el objetivo de informarles sobre el estado de la oposición. Poco después la CGT organizó un acto masivo para reiterar la adhesión a Perón frente a los ataques católicos. La ofensiva peronista se trasladó entonces al congreso donde muy pronto se aprobaron una serie de leyes que afectaban los intereses más caros de la iglesia, como la supresión de la enseñanza religiosa y la implantación del divorcio, al mismo tiempo que se presentaba un proyecto de ley que proponía modificar la constitución para establecer la separación de la Iglesia y el Estado. Un decreto además establecía que los actos religiosos serán permitidos únicamente en espacios cerrados (Bianchi, 2001). El año 1954 se inició con la entrada en vigencia de la antes mencionada Ley Orgánica de la Universidad, fuertemente criticada por el movimiento estudiantil universitario. En paralelo, tuvo lugar un recrudecimiento de la actividad opositora que llevó al gobierno a endurecer las medidas represivas. La situación dará un giro abrupto al producirse la ruptura del gobierno con la iglesia Católica, que pasó inmediatamente al bando opositor (Pis Diez, 2012).

Mientras las denuncias se sucedían, el conflicto se profundizaba. En 1955, en una festividad del Corpus Christi, el gobierno prohibió que realizaran la procesión pública, a pesar de esto la festividad convocó una multitud que desbordó la capacidad de la catedral. Los congregados entonces se lanzaron por la calle y destrozaron edificios públicos. La iglesia católica ya era explícitamente espacio de oposición. Bianchi (2001) refiere que el 16 de junio de 1955 el ejército intentó un frustrado golpe de estado con el objetivo de derrocar a Perón, y que ante esto la reacción peronista no se hizo esperar y esa misma noche fueron asaltados e incendiados la Curia Metropolitana y varios templos. Al día siguiente, la secretaria de Estado del Vaticano daba a conocer el decreto de excomunión de Perón (Bianchi, 2001).

La mayoría de los reformistas, y también los humanistas, apoyarán la posibilidad de un golpe de Estado, caracterizándolo como la única salida posible. El 16 de septiembre de 1955, una coalición encabezada por las Fuerzas Armadas derrocó al gobierno de Juan D. Perón (Pis Diez, 2012). De esta manera, la iglesia católica estuvo nuevamente junto a las Fuerzas Armadas, el 16 de Septiembre de 1955, en la llamada Revolución Libertadora, el levantamiento militar que derrocó al gobierno peronista. Un dato notable es la adopción de una explícita simbología religiosa adoptada por los militares sublevados (Bianchi, 2001).


El pueblo

La sociedad política, según Acha (2004) está compuesta por las instituciones e individuos con vocación de participar o influir la dirección del estado o de subvertir la sociedad y el estado. Según este autor, entre 1946 y 1955, la relación entre la sociedad civil, la sociedad política y el dominio estatal constituyó las bases y fue condición para que la hegemonía populista sea posible. En palabras de Acha (2004), la peronización de la clase obrera y de gran parte de los sectores populares, creó una visibilidad del estado nacional que va más allá de su crecimiento burocrático e institucional. El estado como totalidad se habilitó como objeto de la mentalidad popular una vez que fue identificado con el presidente Perón. De esta manera, el gobierno Peronista habilitó la viabilidad de múltiples demandas que venían desde instituciones y organizaciones locales, materializando soluciones a problemas edilicios, de transporte, educación, recreación y edificación cultural de los barrios.

Por otra parte, la concentración demográfica en las zonas del litoral rioplatense incrementó las necesidades edilicias, que el estado manifestaba poseer la capacidad y el deber de resolver. Dado este escenario, la posibilidad de solución de necesidades locales y cotidianas con la ayuda de la intervención estatal, favoreció la multiplicación de organizaciones barriales.

En lo que fueron las movilizaciones estudiantiles Pis Diez (2012) identifica dos etapas, particularmente de la UBA, una primera etapa marcada por la desmovilización del estudiantado, y a partir de la década de 1950 el resurgimiento de la vida política estudiantil acompañada de grandes cambios al interior de su mapa político.

Respecto del funcionamiento y la dinámica organizativa de los estudiantes, la autora recién mencionada (Pis Diez, 2012) afirma que no existían agrupaciones que se manifestaran públicamente en relación directa con algún partido político. En general, las agrupaciones reformistas y las listas que formaban parte de los centros de estudiantes se mantenían independientes de los partidos, eran amplias en términos ideológicos y funcionaban cuál paraguas contenedor de diversas tendencias unidas siempre en la defensa de la Reforma.

En este sentido Pis Diez (2012) afirma que, frente a la intervención, se sucedieron en las universidades numerosas asambleas, tomas y huelgas por tiempo indeterminado. Estas últimas medidas acabaron desgastando al estudiantado, manteniendo una fuerte presencia en las primeras décadas peronistas, la Federación Juvenil Comunista.

En medio de este contexto de incertidumbre y ataques a la figura del Rector-Interventor, debido al rechazo generalizado por el movimiento reformista universitario y de distintos sectores docentes y no docentes de la Universidad Nacional del Litoral hacia sus políticas de intervención, se llega al último mes de septiembre de 1943, último de la gestión de Genta al frente de la Universidad Nacional del Litoral. La situación para ese entonces era insostenible; los acontecimientos internos habían desbordado al claustro universitario y habían ganado el ámbito político (Bressi, 2023)

Los comienzos de la década de 1950 van a registrar importantes cambios en la militancia estudiantil de la UBA, como lo fue el surgimiento de una organización estudiantil peronista, la Confederación General Universitaria, la gremial estudiantil defensora de las conquistas peronistas en la universidad. Pis Diez (2012) afirma que, si bien los estudios sobre el tema son escasos, suele afirmarse que la entidad estudiantil fue una suerte de creación desde arriba, es decir, desde el gobierno peronista.


La universidad

El golpe militar de 1943 vino representando el fin de un régimen acusado por su orientación extremadamente conservadora y cuestionado por sus prácticas electorales fraudulentas, que fue en principio apoyado por numerosos sectores del espacio político. Las autoridades del gobierno entrante se propusieron llevar adelante cambios sustanciales, siendo un punto fundamental del proyecto la transformación de un sistema de educación caracterizado como “ateo y cosmopolita” hacia otro basado en una matriz católica, patriótica y tradicionalista (Pis Diez, 2012).


 

Esto ocasionó cesantías que siguieron a intervenciones y designaciones de notorios representantes de la derecha católica en importantes puestos: entre ellos, G. Martínez Zubiría, escritor católico y antisemita, es designado ministro de instrucción Pública (Pis Diez, 2012).

Los últimos días de diciembre de 1943 se decretó la enseñanza obligatoria de la religión católica en las escuelas primarias mientras que el año 1944 se inició con políticas represivas, donde tras un cambio dentro del régimen se tomaron medidas de control sobre la prensa, se reprimió a los militantes socialistas y comunistas y se declararon disueltos todos los partidos políticos (Pis Diez, 2012).

A comienzos del año 1945, los cambios en la coyuntura internacional y la movilización social interna condujeron a una reorientación que se hizo visible en una serie de medidas de liberalización política y regularización institucional, tales como el levantamiento del estado de sitio impuesto desde 1941 y la normalización de las universidades, con el restablecimiento de las elecciones y la legalidad de los Centros y Federaciones (Pis Diez, 2012).

En 1945, en palabras de la ya citada autora Pis Diez (2012), el reformismo era sinónimo de antiperonismo, y a su vez de antifascismo y lucha democrática. A ello cabe agregar que a partir de 1930, pero mucho más fuertemente desde 1943, el modelo de gestión reformista sufrió diversos procesos de inestabilidad, marcados por su supresión y/o prohibición.

En esta línea, la autora (Pis Diez, 2012) sugiere que el antiperonismo de los sectores intelectuales no surgió en contraposición al peronismo de los sectores populares, sino que estuvo relacionado con las medidas llevadas adelante por Juan D. Perón desde la Secretaría de Trabajo y los sucesos del 17 de octubre de 1945. Particularmente, porque aparecían dificultades para disociar a Juan

D. Perón del gobierno militar iniciado en 1943, en el cual predominaban los grupos ultracatólicos y conservadores y a partir del cual pasaron estos a dominar los espacios culturales y educativos (Pis Diez, 2012).

A la vez, según la autora que se viene citando (Pis Diez, 2012) el clima de tensión con los grupos de posición católica y antirreforma se agrega la influencia del contexto internacional. La Guerra Civil Española (1936-1939), la “lucha antifascista” y la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) van a influir en los acontecimientos políticos en la sociedad argentina de los años ‘30 y’40.

En mayo de 1946, luego de las elecciones y unos meses antes de que Perón asumiera la presidencia, las universidades fueron nuevamente intervenidas. Los fundamentos de la intervención hacían referencia a la necesidad de asegurar una absoluta neutralidad política en el ámbito universitario y de reestructurar al conjunto de las instituciones de enseñanza superior, modificando las leyes y los estatutos vigentes (Koc Muñoz, 2018).

Los estudiantes rechazaron la intervención, y entre fines de 1946 y principios de 1947 la resistencia se hizo sentir en forma prácticamente inmediata a través de manifestaciones varias que fueron desarticuladas. Desde la reforma, esta era la primera vez que se generaba un recambio del personal de las universidades de tal magnitud (Koc Muñoz, 2018).

Por el año 1946, al asumir la presidencia tras el triunfo electoral, Juan Domingo Perón planifica políticas encaminadas a fortalecer la industria sustitutivas gracias a un contexto histórico favorable para la Argentina. La sanción de la gratuidad de la enseñanza universitaria y el ingreso irrestricto por medio del decreto 29.337, al igual que con la creación de la ley superior peronista, se buscaba avanzar en la formación de una juventud con conciencia nacional y la democratización de la Universidad Argentina (Bressi, 2020). Sin embargo, la gratuidad no implicó un cambio sustantivo en el corto plazo en la composición del estudiantado que, muy probablemente, siguió concentrado en sectores medios e involucrando aún a un sector reducido de los jóvenes en condiciones de asistir a la universidad (Buchinder 2022).


Una de las formas en que el Justicialismo democratizó la educación fue otorgando subsidios y becas y luego lo complementó con la eliminación de los aranceles. Desde 1952 se instituyó la gratuidad en todos los niveles educativos y en 1953 se eliminaron los cursos de ingreso a la universidad (Villanueva y Recalde, 2020).

La organización de la UON pertenece al último período de la primera presidencia de Perón, donde la ley se sancionó en 1948, pero recién la institución comenzó a funcionar en 1953. Al hacerlo, se prescribió un conjunto de dispositivos tendientes al adoctrinamiento de los estudiantes en torno al Peronismo y a la figura de Juan Domingo Perón (Koc Muñoz, 2021). Las especialidades que las distintas facultades ofrecían eran: Construcciones de obras, Hormigón armado, Obras sanitarias, Construcciones mecánicas, Automotores, Transportes y Mecánica Ferroviaria, Instalaciones eléctricas, Construcciones electromecánicas, Construcciones aeronáuticas, Industrias textiles, Industrias químicas, Construcciones navales, Mecánica rural, Electrotécnica, Construcciones de obras y antisísmicas y Telecomunicaciones (Koc Muñoz, 2018).

A la vez, los programas educativos contaban con una única materia de carácter político-social en primer y segundo año común a todas las carreras, denominada “Sindicalismo Justicialista y Legislación Obrera I y II”. Entre los temas de los cursos, se presentaba a la doctrina justicialista como una de las soluciones propuestas al problema social y se incluía a las leyes sancionadas por este gobierno (Koc Muñoz, 2021).

El gobierno de la UON era ejercido por un rector nombrado por el Poder Ejecutivo, al cual se le exigía ser argentino, obrero, egresado de la Escuela Sindical dependiente de la Confederación General del Trabajo (CGT). Los primeros alumnos de la UON eran en su mayoría técnicos industriales con varios años de ejercicio que deseaban continuar estudiando, mientras que el resto estaba conformado por los egresados de los cursos de perfeccionamiento técnico de escuelas industriales (Koc Muñoz, 2018).

La nueva universidad creada por el peronismo, tenía tres características muy definidas que la diferenciaban del resto: la enseñanza regionalizada, una nueva orientación didáctica orientada hacia la formación integral de profesionales de origen obrero y en el hecho de que en dicha universidad un obrero podía ejercer un cargo directivo dentro de la misma (Koc Muñoz, 2018). El Gobierno Nacional sancionó el Primer Plan Quinquenal (1947-1952) que incluyó once metas generales para la universidad y un proyecto de ley para su regulación. La iniciativa adjuntó una serie de motivos, en los cuales la nueva fuerza política reivindicó el legítimo derecho a regular la vida académica. Entre otras metas, el Plan Quinquenal contempló extender la dedicación exclusiva de los docentes y su ingreso por concurso, además de la gratuidad de la enseñanza y las becas (Villanueva y Recalde, 2020).

Además, se fundó una Comisión de Construcciones Universitarias, etapa que estuvo caracterizada por la implementación de grandes programas de obra pública en todas las instituciones de la Argentina. En el año 1952 se aprobó el Segundo Plan Quinquenal (1953-1957) que postuló algunas metas universitarias, entre las que se destacaron la de formar profesionales con responsabilidad social y plena conciencia de que están obligados a servir al pueblo; y el objetivo de consolidar una educación gratuita, eminentemente práctica y especializada; avanzar en la implementación de la dedicación exclusiva de los docentes; abrir centros universitarios en todo el país incluir de manera obligatoria. El Plan proponía que las universidades asesoraran al Gobierno Nacional (Villanueva y Recalde, 2020).

La propuesta del estado podía ser resumido en 5 ejes: la elección de autoridades, la retribución adecuada y la dedicación exclusiva de los profesores, la selección de los docentes por concurso, la obligatoriedad de asistencia a clase de los estudiantes y la gratuidad de la enseñanza (Villanueva y Recalde, 2020).

La ley 13.031 estableció el derecho a la dedicación exclusiva y a la Carrera Docente. Los profesores titulares tenían autonomía de cátedra e ingresaban por un concurso realizado por una Comisión Asesora compuesta por profesores titulares. Los cargos de profesores se cubrían con concursos públicos de antecedentes y de oposición, siendo los jurados integrados por profesores de jerarquía de la disciplina a evaluar y podría participar un delegado estudiantil para opinar sobre cuestiones didácticas. Los estudiantes tenían que asistir de manera obligatoria a las clases teóricas y prácticas. Podrían cursar bajo la modalidad regular, libre y vocacional. Los primeros poseían el derecho a acceder a becas para la enseñanza gratuita (Villanueva y Recalde, 2020). La UCR y el Justicialismo compartían la voluntad de democratizar el acceso a la universidad. El Primer Plan Quinquenal Justicialista (1947-1951) planteó que el Estado instauraría la gratuidad de la universidad para los estudiantes de bajos ingresos. Los miembros de familias carentes de recursos podrían requerir el beneficio, donde la beca consistía en obtener gratuitamente la enseñanza universitaria en todos sus aspectos y grados, el suministro de libros y útiles y en el otorgamiento de diploma o título (Villanueva y Recalde, 2020).


 

Finalmente, la gratuidad total de la universidad se alcanzó con la sanción del Decreto Presidencial 29.337 del día 22 de noviembre del año 1949. Un aspecto importante del Decreto es que en el artículo 2 se comprometió al Estado Nacional a dotar a las universidades de los recursos complementarios necesarios para alcanzar ese objetivo. Durante esta etapa aumentó significativamente la matrícula del nivel secundario, lo cual auspició el crecimiento del número de estudiantes de educación superior (Villanueva y Recalde, 2020).


Conclusiones

El Peronismo constituyó una combinación paradojal entre democracia y autoritarismo, en donde por un lado muchos derechos fueron otorgados a determinados sectores de la población, pero por el otro, censuras y controles fueron realizados por parte del Estado a los fines de reducir el disenso.

Con respecto a la relación con la iglesia, podemos decir que la misma tuvo dos momentos: uno de lucha por la identidad nacional y católica de la Argentina, y otra de reiterados conflictos surgidos de diferencias ideológicas sobre lo que debía ser el modelo de país. Estas diferencias sobre el final hicieron que muchas agrupaciones políticas derivadas de movimientos católicos apoyaran lo que fue el golpe de estado de 1955.

Por otra parte, la educación en general fue un medio de propaganda política para el peronismo y, particularmente, la educación superior fue un medio a través del cual se controlaron las disidencias, sobre todo con las intervenciones realizadas a las universidades. Sin embargo, es de destacar que el proceso de lo que hoy llamamos masificación de la matrícula universitaria, fue en parte por las normativas que sancionaron la gratuidad de la educación superior, lo cual permitió el acceso de muchos sectores que con anterioridad no podían hacerlo, cambiando completamente la composición de la sociedad.

Así mismo, en el plano de lo social, el gobierno peronista se constituyó para muchas organizaciones barriales y sociedades civiles, en un garante de resolución de necesidades. En contraste con ello, muchos núcleos de la sociedad política y civil, reaccionaron negativamente a las medidas adoptadas por Perón y sus dirigentes, motivo por el cual se fue desarrollando una oposición que fue tomando fuerza paulatinamente.

Aunque pueda ser una afirmación reduccionista, el gobierno de Perón entre 1946 y 1955 tuvo luces y sombras. Como heredero del golpe de estado de 1943, el gobierno de 1946 adoptó una identidad nacionalista y católica que con el paso del tiempo iría mutando. Esto llevó a que se produjeran muchos cambios que modificaron la sociedad de forma significativa, como lo fue por ejemplo la posibilidad del divorcio o el quitar la educación religiosa en los colegios, entre otros. En lo que respecta a la educación superior, a pesar de las diferencias que surgieron entre los adeptos al peronismo y los opositores, es indudable que dicha época fue una de numerosos aportes significativos para la misma que al día de hoy persisten.


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tres de febrero.